La OCE aboga por el reconocimiento pleno del ejercicio de la salud en Colombia como derecho humano fundamental, está comprometida con fortalecer la participación de enfermería en la construcción e implementación de políticas públicas en salud y de participar en las instancias donde se toman las decisiones relacionadas con salud y educación. En este contexto es nuestra responsabilidad velar por los derechos humanos de las mujeres, por los derechos sexuales y reproductivos de la mujer y familia gestante y por supuesto visibilizar el rol que los profesionales de enfermería tenemos en el cuidado de la familia gestante.
Señores
Comisión 7 de la Cámara de la Representantes
Colegas enfermeras y enfermeros Estudiantes de enfermería y organizaciones de mujeres presentes
Soy Elisa Jojoa Tobar, represento a la OCE, Enfermera y docente del Departamento de enfermería de la Universidad del Cauca y coordinadora de la Red Colombiana Parir en Paz.
Agradecemos al Dr. Jairo Cristancho y demás miembros de esta comisión por permitirnos participar en este debate. Hoy hacemos un llamado a esta comisión a reconocer el rol fundamental que tenemos los profesionales de enfermería dentro de los equipos de salud y particularmente en los procesos de cuidado de la gestante y su familia, es así como dentro de las nuevas rutas de atención al binomio madre hijo, recobramos un valor incalculable para fortalecer la calidad en la atención. Esperamos que de aquí en adelante nuestras organizaciones gremiales tengan un papel protagónico en estos procesos que buscan precisamente lograr el consenso en torno a un interés común: garantizar un parto y nacimiento respetados.
La OCE aboga por el reconocimiento pleno del ejercicio de la salud en Colombia como derecho humano fundamental, está comprometida con fortalecer la participación de enfermería en la construcción e implementación de políticas públicas en salud y de participar en las instancias donde se toman las decisiones relacionadas con salud y educación. En este contexto es nuestra responsabilidad velar por los derechos humanos de las mujeres, por los derechos sexuales y reproductivos de la mujer y familia gestante y por supuesto visibilizar el rol que los profesionales de enfermería tenemos en el cuidado de la familia gestante.
Durante el embarazo, el trabajo de parto, el parto y el puerperio el profesional de enfermería logra involucrarse muy estrechamente con la gestante, creando un vínculo afectivo y convirtiéndose en un apoyo imprescindible para el manejo y afrontamiento eficaz de esta etapa; por tal razón celebramos el desarrollo de esta iniciativa y consideramos importante reflexionar respecto a algunos aspectos contenidos en ella.
En primer lugar, señalar que esta comisión 7 de la cámara de representantes, esta frente a una responsabilidad histórica que permitiría proteger la maternidad y la infancia, al reconocer la capacidad natural de la mujer de parir en un contexto histórico y evolutivo que le ha venido quitando este poder; así como el rol de otras mujeres y del padre como acompañantes de este momento, que hace parte de las vivencias de la sexualidad de la mujer y su pareja y del nacimiento como el primer encuentro social que tenemos como seres humanos.
El nacimiento es un momento crucial para la vida de todo ser humano y tanto el embarazo, el trabajo del parto, el parto y el puerperio son decisivos para el desarrollo emocional, intelectual y social del niño, con una influencia central de la madre o familiar significativo; generar un ambiente respetuoso, cálido, seguro y sobre todo que garantice los derechos humanos de la mujer; sienta sin duda las bases para la construcción de una nueva sociedad que acaricia la esperanza de un país en paz.
En primer lugar se requiere incorporar el concepto de “parto respetado” considerando que este al contrario de “parto humanizado” trasciende el ámbito institucional, involucrando con ello los procesos familiares y comunitarios entorno a la gestación, parto y posparto y le da un abordaje desde el ejercicio de los derechos humanos de las mujeres y de los derechos sexuales y reproductivos de hombres y mujeres, lo cual estaría en resonancia con lo planteado en el PDSP y en el MIAS.
Este concepto ha tenido unos desarrollos importantes en el país que deben ser reconocidos e incorporados en esta ley, como por ejemplo el construido desde la Universidad de Antioquia que asume en sus procesos de enseñanza el concepto de “parto respetado, protegido y consentido”. Respetado al considerar que debe garantizarse los derechos humanos de las mujeres y los DSR asegurando una atención en condiciones que generen un ambiente de privacidad física y emocional para el encuentro entre la familia y el recién nacido, posibilitando con ello vínculos de apego temprano. Protegido porque el rol del equipo de salud es garantizar que las prácticas o intervenciones sean realizadas desde la evidencia científica y con calidad solo cuando sean necesarias, no sistemáticamente. Parto Con-sentido, sentido desde un proceso fisiológico normal para el cual la mujer está preparada, brinda consentimiento a los procedimientos e intervenciones que le realizan considerando su capacidad de decisión, autonomía y las ventajas o desventajas de los mismos.
Para avanzar en este proceso se hace necesario que en la implementación de esta ley, se articulen los Ministerios de Salud y Educación de tal manera que desde los programas de formación de los profesionales de salud se generen las competencias para que esto sea posible.
Asumir el concepto de “parto respetado” implica también la necesidad de introducir desde los procesos formativos del personal de salud la comprensión de los procesos fisiológicos, psicológicos y emocionales del parto y su impacto en el recién nacido en el corto y largo plazo, de esta manera se logrará establecer una comunicación más asertiva entre personal de salud, gestante y familiar, logrando que el personal de salud sea acompañante en un proceso en el que la mujer recupere su autonomía y autodeterminación a partir de una información clara, completa y veraz, se asegure un apego temprano y se impacte positivamente en la práctica de una lactancia materna exitosa. El parto es uno de los momentos más importantes y trascendentales en la vida de una mujer, tanto así que lo que sucede durante él, queda grabado en el cerebro de ambos: madre y bebé, es nuestra responsabilidad generar condiciones para que esta experiencia sea positiva y gratificante.
Por otra parte , considerando que esta ley incorpora la atención psicosocial a las mujeres cuando así lo requieran, se hace necesario ampliar los alcances de este articulado de tal forma que todo el equipo de salud desarrolle competencias y habilidades que le permitan brindar un cuidado integral a las mujeres con duelo gestacional o perinatal. Este es un evento desatendido, que afecta las dimensiones, biológicas, psicológicas, emocionales y espirituales de quienes sufren este tipo de perdida; considerando que las muertes perinatales alcanzan una tasa 14,4 muertes por 1 000 nacidos vivos, podemos estimar la cantidad de mujeres y sus parejas que son desatendidas desde lo psicosocial por este evento. (Fuente INS SE 52 de 2017).
Recuperar el empoderamiento de las mujeres y de las familias entorno a estos procesos, requiere de un papel más protagónico de los profesionales de enfermería desde la gestación. La consulta de control prenatal por enfermería ha ido desapareciendo pues la mayoría de embarazos son considerados de alto riesgo, por razones como embarazo no planeado o embarazo adolescente, por tanto de acuerdo a lo establecido en la normatividad estas atenciones deben ser brindadas por los médicos, sin embargo por el tiempo estimado para la consulta, no es posible que dichos profesionales brinden la educación que se requiere como preparación para el embarazo, plan de parto, posparto, lactancia materna y cuidados del recién nacido. La educación brindada en el marco de una consulta por enfermería contribuiría a que la mujer recupere la confianza en sí misma y se sienta más segura para tomar decisiones respecto a estos procesos.
Las nuevas recomendaciones de la OMS coloca a la madre como protagonista en su proceso de parto, y propone 56 recomendaciones y sugerencias para una experiencia de parto positiva entre las que se encuentran: comunicación efectiva entre el personal médico y la madre, la elección de un acompañante durante el parto, el derecho al libre movimiento y a la elección de la posición que le sea más cómoda para parir, el reconocimiento de que la primera fase del trabajo de parto varia de una mujer a otra, el abstenerse de dirigir el pujo, la realización de episiotomías solo cuando sea necesario, el corte tardío del cordón umbilical, el contacto piel con piel durante la primera hora después del parto para prevenir hipotermia y ayudar a iniciar la lactancia, entre otras. Se busca con estas recomendaciones establecer estándares de cuidado a nivel mundial para las mujeres embarazadas y reducir el número de intervenciones médicas innecesarias, para que las mujeres vivan una experiencia positiva y puedan ejercer sus derechos en la toma de decisiones.
Sin embargo para nuestro contexto, estas recomendaciones difícilmente podrán ser asumidas en su totalidad por las instituciones de salud, entre otras razones por las limitaciones existentes en la infraestructura que no garantizan la intimidad de la paciente, por el volumen de mujeres a atender en espacios muy reducidos y en otras circunstancias por las barreras institucionales que no favorecen el ejercicio de este derecho. Sólo por poner un ejemplo, en el Hospital Simón Bolívar de Bogotá, una enfermera y 3 auxiliares de enfermería, tienen asignados en promedio de 15 a 20 pacientes por turno en la sala de trabajo de parto, limitando con ello la posibilidad de brindar un cuidado que posibilite la contención y apoyo que necesita la mujer en esta etapa. De allí la necesidad de que se dé un plazo prudencial para que se realicen modificaciones en la infraestructura de las salas de trabajo de parto de tal manera que se garantice a la vez la intimidad de la paciente y se favorezca el acompañamiento por su pareja o familiar significativo; la revisión y análisis de la relación materna/equipo de salud que deben tener las salas de trabajo de parto, parto y puerperio; de las condiciones laborales de quienes se asignan a estos servicios, entre otras.
Esta ley plantea también el derecho “a recibir, según el caso y de acuerdo a las posibilidades de existencia del recurso, analgesia o anestesia obstétrica” sin embargo esto no será posible garantizar para la mayoría de las mujeres en Colombia, dada las capacidades del sistema de salud, la organización del mismo y la concentración de los profesionales especializados en las medianas y grandes ciudades; por tanto se hace necesario en términos de la equidad, de incluir la incorporación de medidas no farmacológicas para el manejo del dolor, capacitación para su utilización por parte del equipo de salud y dotación para su implementación.
Reconocemos que en el espíritu de esta ley se garantice el derecho a la mujer “a recibir atención integral, adecuada, oportuna y eficiente, de conformidad con sus costumbres, valores y creencias” para lo cual se requiere por parte de los equipos de salud la generación de diálogos de saberes con los sabedores ancestrales en cada contexto, pero más importante aún que las adecuaciones culturales que se requieran desde lo territorial sean validadas desde los procesos de habilitación de los servicios de salud, de esta manera se logrará una mayor aceptación de la atención en salud por parte de los grupos étnicos minoritarios, en los cuales la razón de mortalidad materna y la tasa de mortalidad perinatal son más altas. En este proceso es fundamental el rol de los profesionales de enfermería, que cuentan con un referente teórico que nos permite encontrar consensos para brindar cuidados pertinentes desde lo cultural, contribuyendo con ello a la garantía del derecho a la salud.
El nuevo paradigma de la medicina y la enfermería basada en la evidencia combina la evidencia externa disponible, la propia pericia clínica y la opinión del paciente; desde este contexto hacemos una invitación a considerar las experiencias que existen sobre este tema en las diferentes regiones del país, invitando a esta comisión a que conozca los avances que tenemos como país desde instituciones de salud públicas y privadas que han logrado liderar iniciativas que permiten garantizar un “parto respetado, protegido y consentido”, desde diferentes contextos: en el Cauca, el Hospital Alvaro Ulcue de Toribio, en Cundinamarca Las ESE San Francisco y la ESE Hospital Pedro León Diaz, en Medellín la Universidad de Antioquia, en Bucaramanga la Fundación Camino Claro, entre otras. Es importante destacar que algunas de estas iniciativas han sido lideradas por profesionales de enfermería y que tenemos toda nuestra disposición para seguir aportando en la construcción de iniciativas legislativas que contribuyan a garantizar el derecho a la salud.
Así mismo considerando que son las mujeres las principales protagonistas de esta ley, se hace imprescindible que su voz sea escuchada, convocando a las organizaciones de mujeres que a lo largo y ancho del país han venido trabajando en iniciativas que buscan la reivindicación de sus derechos en el marco del sistema de salud.
Finalmente, necesitamos recuperar la capacidad de asombro frente al nacimiento, hacer conciencia que la llegada de cada ser humano es mucho más que el resultado de un proceso biológico iniciado en la gestación, es mirar cada nacimiento como un milagro de vida, es reconocer en cada mujer una ciudadana sujeta de derechos y un recién nacido que llega para acompañarnos en la construcción de un país para la PAZ.